domingo, 1 de noviembre de 2009

¿Es el Dios de la Biblia mosaica un ser perverso? - I

Mi amigo Pedro y yo debatíamos en el coloquio que siguió a mi recital de poesía “Me libré de los templos, sonreídme” en el Ateneo de Madrid, en la tarde del pasado 19 de Octubre. Pedro ponía mucho empeño en afirmar que el Dios mosaico, de existir, sería un ser malo, perverso. Tanto él como yo habíamos manejado el argumento capital de la existencia del Mal en este mundo.

El razonaba (yo también) que, siendo Aquel, en teoría, creador del mundo que conocemos y en el que vivimos era responsable del resultado final; y este no era otro que el de un Universo gobernado por la depredación de unos seres vivos por otros, o por la explotación cuando no destrucción por guerras y genocidios de unos seres humanos por otros. Y esto no de manera accidental sino sustancial, esencial. Y, siendo esto así, el supuesto Creador sería responsable de todo ello, tanto en cuanto a diseñador de seres que para sobrevivir necesitan fatalmente infligir daño a otros, como por su papel de omnisciente y omnipotente celador de la marcha del proceso; dándose la circunstancia agravante que en ningún caso intenta corregirlo o evitarlo, sino que parece complacerse en su obra, y termina achacando, de manera cínica y cobarde, las habituales y horrorosas consecuencias de la misma a las “imperfecciones” o “pecados” de sus propias criaturas. Excusas éstas de una falsedad tan elemental que ningún juez dudaría un instante en considerarlas circunstancias agravantes de su crimen.

A todo esto, lo cierto es que en este momento ni él ni yo creemos ya en la existencia real de ningún dios; obviamente nuestra conversación se refería a algo llamado Dios: el Dios imaginario que nos ha sido transmitido como concepto desde la antigüedad mosaica a través de la Biblia cristiana o judaica, que también admite como libro revelado la religión musulmana. Y este Dios imaginario tiene, como tal, una existencia real no sólo en las mentes de los creyentes sino incluso en la de los no creyentes pero si inmersos en la corriente cultural de las religiones del Libro, que nos ha empapado a todos.

Sea como sea, Pedro se cargaba de razón afirmando que si ese Dios, omnisciente y omnipotente, hubiera sido de verdad el ser infinitamente bondadoso que afirman que es hubiera creado de principio un Mundo exento de Mal en que todas las criaturas conviviesen en paz sin comerse las unas a las otras ni hacerse daño alguno, cosa que para Él, en tanto que omnipotente, le hubiera sido tarea tan sencilla o más que la de pergeñar este Mundo cruel que conocemos y padecemos. Y, puesto que optó por este último, cabe afirmar que la Crueldad y el Mal forman parte de la mismísima Esencia de ese Dios.

Me descubro ante Pedro. Yo había llegado en mis reflexiones a razonamientos y conclusiones parecidas a la que resumo en los tres primeros párrafos, pero esta idea de la posibilidad de un Dios benéfico que crea un mundo perfecto del que el Mal está desterrado de principio es en su sencillez enormemente original, sobre todo porque se le ocurrió a bote pronto.

Pensemos sobre ello: ¡claro, en efecto! A Dios le hubiera bastado lo siguiente:

1) Crear de principio el Paraíso con carácter definitivo en lugar del Universo en que nos hallamos. Crearlo ya de principio y no dejarlo, como ahora, para las almas de los muertos.

2) Instalar en el a todos los seres vivos, eternos, inmortales, felices, nutriéndose del Sol, del Aire, del Agua, sin hacerse daño ni comerse los unos a los otros, dedicados al “dolce far niente” y a la contemplación eterna de Dios y su Creación.

3) Desistir Dios de someterlos a prueba alguna, prueba que además en cualquier caso, parece impertinente puesto que, siendo Dios omnisciente y tratándose por otra parte de sus propias criaturas, de sobra habría de conocer de antemano hasta en los menores detalles cual sería su comportamiento ante, en y tras la prueba, por lo cual no otro sino Él sería responsable del resultado. ¿O acaso no sabía Dios lo que iban a hacer Adán y Eva en el famoso, desproporcionado e injusto test de la manzana? ¡Vamos anda! Que no sepa Bill Gates como va a reaccionar Windows en muchos casos, pase, pero Bill Gates no sólo no es tan omnisciente como Dios, aunque sea casi tan poderoso, por lo que sería de esperar que el “software” de Adán y Eva no tuviera secreto alguno para su Creador.

4) Desistir de crear ningún Infierno, Diablo, Luzbel, etc., sin misión ni trabajo alguno en un Mundo paradisíaco del que se hubiera omitido el concepto de Pecado, Culpa, Expiación y Castigo. Unas entidades de venganza y castigo infinitos que, en todo caso, se avienen mal tanto con la naturaleza finita y contingente del criminal como con la supuesta naturaleza bondadosa de su creador (y responsable subsidiario del crimen).

No, no estaría mal, Pedro. Y, en efecto ¿por qué Dios no lo hizo así? Tú dices que porque Dios, ese Dios bíblico sería Malo, sería intrínsecamente Perverso. ¿Un anti-Dios? ¿Un diablo? ¿Un dios de dos caras como Jano, una buena y otra mala? ¿Un dios “con doble faz / de amor y de venganza”, que decía en verso Antonio Machado? No sé, no sé, Pedro, algo no me cuadra en tan idílico proyecto, y voy a pensar en qué.

Madrid, miércoles, 28 de octubre de 2009

[Continuará]

jueves, 15 de octubre de 2009

Las lágrimas de la Virgen de las Lágrimas

En las relaciones de los hombres con el Templo se dan varias actitudes: unos, respetuosamente o no, se mantienen al margen, indiferentes u hostiles ante lo que consideran un aparato de poder edificado sobre la credulidad de las gentes sencillas; otros guardan un distanciado respeto por lo que, a pesar de lo que de justificado haya en la actitud anterior, a su juicio representa no sólo una fe hondamente sentida por una parte, muchas veces desdichada, de su propio pueblo sino, además, un rasgo importante de la identidad cultural del mismo; otros, simple y honradamente, creen, y con su fe contrapesan carencias culturales o la inseguridad que les genera un mundo en gran parte inexplicado, complicado, al tiempo que proyectan sobre ella los ideales de justicia y amor, insatisfechos en el acontecer diario de un mundo patentemente imperfecto – para estos, en el Templo, llegan hasta el Altar, y de allí no pasan -; finalmente existe la ralea de los que traspasan la línea del Altar y se mueven familiarmente por sacristías, coros y trascoros. ¡Están tan habituados a la sagrada tramoya que con la excusa del servicio del Altar terminan por poner el Altar a su servicio!

Olvidémonos de ateos, agnósticos, anticlericales, infieles y otros enemigos de Dios: no hallaremos mayor incrédulo que cualquiera de esos meapilas. Sordos y ciegos, desesperanzados ante el clamoroso silencio de Dios, procederán primero a fabricar becerros de oro, ídolos mudos, y más tarde, no satisfechos con ello, los harán gesticular y hablar por la propia voz de los falsarios y lógicamente en su propio provecho, convirtiendo así a la divinidad representada en macabra marioneta y a la religión, en espectáculo de títeres.

Abunda en nuestro país este género de sacra farándula: cristos articulados, imágenes con pelo o piel humanos, vírgenes con amplio guardarropa de quita y pon, imágenes que, llevadas en andas, simulan patéticos encuentros … ¿Qué persona con un mínimo de sensibilidad no se habrá estremecido de horror ante el truculento espectáculo en que las azarosas oscilaciones de un trozo de palo convertido en virtud de la blasfema tramoya nada menos que en el mismísimo BRAZO DE DIOS, deciden la libertad de uno (un hombre) de entre varios presos? Si el mismo Dios puede hacer de ruleta macabra de la libertad ¿cómo no habrá de caer este pueblo en el culto del fatalismo, del azar y de la lotería?

Razón tenía la vieja Biblia al prohibir en el segundo de los diez mandamientos – luego suprimido por el cristianismo y desdoblado otro en dos para que siguieran sumando diez – la fabricación de imágenes o ídolos. Hazte una imagen y acabarás en esta parafernalia de idolatría en que la imagen termina valiendo para la gente más que el concepto o la persona que dice representar. Así dijo Moisés que le dijo Yavé como segundo mandamiento del decálogo: “No te harás esculturas ni imagen alguna de lo que hay en lo alto de los cielos, ni de lo que hay abajo sobre la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra” (Éxodo 20-4). Sabio consejo que de ser seguido, como lo fue en sus orígenes, hubiera evitado la deriva hacia la idolatría y el politeísmo práctico que significa el catolicismo en su versión más popular.

La Virgen de las Lágrimas llora sangre en Granada en vísperas de unas elecciones autonómicas en que la victoria del PSOE está cantada. ¡Qué falta de respeto a la fe del pueblo! ¡Qué sacrílega afrenta a la propia divinidad, si existe, la de la mano impía que desde la impunidad de la sacristía que le es tan familiar sale nocturnamente a pintar falsos signos de Dios sobre un bloque de madera!

Hay que ser prudentes al juzgar cosas como éstas. Puede ser una falsificación” – susurra enigmática la jerarquía.

¡Qué prudencia ni qué leches, señor Obispo! Lo que tendrían que hacer si tuvieran vergüenza es denunciar sin más la sacrílega mixtificación. A no ser que quieran seguir fundando su religión en la manipulación de la ignorancia y la superstición. Si es así no pretendan respeto alguno de parte de quienes, sin compartir las creencias, amamos a nuestro pueblo.

Y a vosotros, señores y señoritos manipuladores, os digo que si, que Dios llora en efecto sobre Andalucía frecuentemente, pero no se encarna en imágenes de palo. Buscad el llanto de Dios en los ojos rojos de las mujeres de los jornaleros en paro, en los de las madres andaluzas que han parido hijos para la emigración y la pobreza. Y ¡estremeceos! también en la lágrima que mata con rabia al nacer de su lagrimal el puño del hombre andaluz herido por la injusticia, también en esa lágrima alumbra la Ira Sagrada de un dios que apenas puede soportaros más.

16 de mayo de 1982

viernes, 2 de octubre de 2009

El informe 'Gürtel'. Corrupción de un partido y de sus electores

Comentario a noticia en Público - versión digital

Estamos viendo, ya casi sin lugar a duda, la corrupción hondamente anclada en la misma entraña de un partido político: el Partido Popular. Era de temer para cualquier persona atenta a la actualidad política porque ha venido precedido por una larga retahila de casos en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Pero lo más relevante del caso para mí se centra en tres cuestiones:

1) La reacción de la cúpula del partido. Si todavía se acepta la hipótesis de que queda un núcleo sano en el PP hubiera sido de esperar que mirando al futuro la cúpula se hubiera esforzado en una tarea de cirugía para sanear el colectivo eliminando sin piedad a quienes tanto daño les están haciendo a su partido y al país. Pero en lugar de ello se abrazan sin dudar a su tejido corrupto y arremeten contra todo dios que ejerza la denuncia o la crítica dentro o fuera del partido. Aparte de quedar toda la cúpula en entredicho con esta conducta, conducen a la formación con paso firme hacia el abismo.

Es posible que su hipótesis de cálculo sea que buena parte del país da la corrupción por presupuesto. Puede que en parte tengan razón, - es lo que destaco en el apartado 3: - a ellos aún no les ha tocado pagar en votos una factura como la que pagó el PSOE por el GAL y demás corrupciones ligadas a Roldán, etc.; ya que es muy probable en efecto que el electorado del PP sea menos estricto que el del PSOE al juzgar y condenar este tipo de delitos; así al menos parecen revelarlo el resultado de elecciones posteriores a los escándalos de corrupción urbanística en que se ha visto envuelto aquel partido de forma muy destacada sobre cualquier otro. No obstante el caso puede írseles de las manos sin que les valgan estos indignos cálculos.

2. La actitud y el proceder de algún juez. Una auténtica vergüenza para la judicatura, que de no desmarcarse con un claro gesto de repudio puede quedar contaminada, porque la calificación del proceder de de la Rúa es de catón - no es necesario ser especialista en ninguna rama complicada del Derecho para hacerla. El rechazo de cualquier persona sana es inmediato en primer lugar por no inhibirse aquel antes de juzgar a un amigo declarado, y en segundo, por ignorar investigaciones de los jueces instructores y la Policía y retorcer el mismo concepto de cohecho impropio, tras de dar por probadas, eso sí, las dádivas a Camps de contratistas amigos que fueron beneficiados por su Administración con contratos privilegiados.

3. La actitud del electorado de ese partido. Su conducta es para mí lo más preocupante. El electorado del PP se ha mostrado de forma reiterada insensible a casos patentes de corrupción y ha seguido votando a los corruptos. Frente a quien sostiene el carácter "inocente" del cuerpo electoral pienso que una conducta sostenida insistentemente por esa parte del cuerpo social, muy dificilmente atribuible a la ignorancia, apunta más bien en la dirección de un encanallamiento colectivo, de una auténtica complicidad con el decaimiento moral que augura un futuro muy negro para España. Porque en este caso no estamos hablando ya de un grupo, de una cúpula o de un partido sino de capas sociales muy amplias.

Podría hablarse de alienación colectiva conducida por los medios afines a los corruptos, de votos cautivos o de irresponsabilidad social, pero como explicación me parece insuficiente. La asunción profunda del amiguismo, del favor mutuo, del enchufe, del caciquismo, de seguir al que ostenta poder real porque al final siempre te arrojará una migaja que te compense no solo es cosa de la Cosa Nostra italiana, napolitana, calabresa, etc., está también hondamente afincada en la experiencia, en la gramática parda hispana. Aquí sólo se exigirá honestidad al político que quiera cambiar las cosas, al rojo. Para los caciques de siglos y siglos los españoles serviles – que afortunadamente no son todos, pero a veces son bastantes – ellos, los serviles, solo tienen sumisión, acatamiento y complicidad de lacayo.

No, el electorado suele ser todo menos inocente: no olvidemos que Hitler subió al poder por los votos del sufragio universal, y Berlusconi, y el peor Bush, y Aznar. Hay ominosas responsabilidades colectivas en un país en eterna cruzada. Da por igual asco y miedo.

martes, 15 de septiembre de 2009

Las costumbres de los Hombres de Presa – II

Sexo y reproducción

El hombre de presa en este asunto sabe separar también, perfectamente, ocio de negocio, obligación de devoción, reproducción de satisfacción sexual.

La primera, la reproducción, se integra en el negocio y como tal tiene carácter estructural y sagrado. La realiza en una institución consagrada al efecto, pilar fundamental de la arquitectura del poderoso sistema vital de los hombres de presa: el matrimonio.

El matrimonio se constituye con base en criterios rigurosamente objetivos, de los que es preciso eliminar cualquier veleidad sensual, subjetiva. Se trata de perpetuar con la máxima fidelidad y la máxima seguridad el patrimonio genético del hombre de presa y, al tiempo, consolidar mediante el oportuno contrato nupcial su patrimonio económico. Todo ello sin perjuicio de que los nuevos adelantos en ingeniería genética – reproducción clónica, etc. – le permitan alcanzar el supremo ideal de separar incluso estos dos últimos aspectos hasta hoy ligados y llegar a la meta de las tres independencias:

1. Satisfacción sexual pura: variada, especializada, profesional y completamente desligada de la reproducción.

2. Reproducción: asexual en que la transmisión genética íntegra quede garantizada al tiempo que se eliminan del proceso los riesgos del azar.

3. Conjugación patrimonial: mediante alianzas económicas que aporten savia nueva al mismo sobre la base de los acuerdos de intereses, libres ya del engorro que suponen enojosas convivencias, inciertas servidumbres sexuales y riesgos en la reproducción.

martes, 1 de septiembre de 2009

Las costumbres de los Hombres de Presa – I

Amigos, enemigos e indiferentes. Relaciones sociales.

El hombre de presa distingue de entre todos los demás hombres a sus amigos. Jamás les dará el mismo trato que a los otros. A los amigos ni los explota ni los devora. A los amigos los reserva para ofrecerlos en místicos sacrificios humanos a sus dioses.

A los enemigos y rivales los devora según la mágica costumbre ancestral que se basa en la creencia de que, devorándolo, incorpora a sí las virtudes y poderes del adversario. Una especie de bárbara comunión.

Por último al resto de los hombres y otros seres vivos los explota científicamente. Sin odio, sin amor. Con la fría indiferencia de una vieja técnica, comprobada y precisa.

Madrid, diciembre de 1979.

sábado, 15 de agosto de 2009

La verdad y los hombres de presa.

Los hombres de presa nunca entienden nada. No saben de la verdad porque a ellos la verdad se la hacen como los trajes a la medida[1]; a veces la verdad les tira algo de la sisa o la entrepierna (usted ¿de qué lado carga, caballero?) entonces matan al sastre y se buscan otro. La verdad general, universal es para ellos una insensata pretensión de los débiles, de los perdedores, de esos a los que yo llamo hombres de buena voluntad.

Madrid, 2003

[1] Esto fue escrito mucho antes de que al “honorable” Camps le pagara los trajes Special Events y su inefable amigo del alma Correa, o sea Gürtel, en alemán, por tanto no va con ello. ¡Qué coincidencias!

lunes, 29 de junio de 2009

Garzón

El juez don Baltasar Garzón Real ha entrado, guste o no guste, en un lugar de honor de la Historia de España. Ha tenido la valentía desde su estrado de mirar por fin cara a cara al franquismo sociológico de este país y decir, no sé si por primera vez, pero si de forma inequívoca y clara: en ese Alzamiento que glorificáis, en esa Cruzada que en franca blasfemia proclamáis es probable que existiera un enorme crimen, un pavoroso genocidio cuya investigación es y debió ser obligada tarea de la Justicia.

En lugar de ello, durante los setenta años transcurridos desde los hechos, la Justicia Oficial miró para otra parte en relación con este asunto. Unas veces por miedo, otras veces por cálculo, otras veces sin duda por complicidad.

El Miedo, cuya siembra por generaciones fue sin duda el auténtico móvil del inmenso y no juzgado crimen, ha sido el cemento del Régimen Criminal, el muñidor de la imperfecta Transición, el sostén del “status quo” monárquico y la razón de la inautenticidad del “sistema democrático” que arrastramos como un peso muerto por la Historia reciente.

Muchos, y no sólo de la Derecha manifiesta, temen que si ese Miedo se supera se “vuelva a las andadas”. Y desde esa apreciación miserable siguen manejando el temor popular como deleznable material de construcción de la convivencia: o son cobardes o son mentecatos o son canallas, o una mezcla de todas estas cosas

Por esa razón, para esa caterva, que anhela la dictadura o recela de la auténtica democracia, la postura valiente del buen juez Garzón, por cuanto muestra el camino para superar el miedo enfermizo, es algo a destruir con carácter de urgencia. Y por la misma razón es algo a apoyar con vigor por los demócratas sinceros.

miércoles, 10 de junio de 2009

Reflexiones alrededor de una "Carta al Pueblo Americano"

Este escrito que pongo es de hace ocho años y ya no recuerdo bien qué "carta al pueblo americano" la motivó, por lo que digo en algún momento se trata de alguna reflexión de relieve tras el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York. En cualquier caso las reflexiones a que me conduce siguen siendo válidas para mí, al margen del escrito que las motivara, y oportunas porque inciden en una preocupación que siento muy hondamente acerca de la responsabilidad colectiva de los "pueblos" o los "electorados" o las clases sociales o de lo que se convenga en llamar para referirse a amplios sectores de una sociedad concreta o a su totalidad en las guerras, establecimiento y sostén por activa o pasiva de regímenes patentemente injustos, y otras situaciones políticas que finalmente vienen a dar en auténticos desastres para víctimas inocentes, o para los mismos colectivos sociales que por acción u omisión los causaron o consintieron. Un tema muy eludido y muy preocupante.

1. En principio estoy de acuerdo (muy “a grosso modo”) con lo que más o menos plantea la carta: a) Hay victimas "inocentes"; b) Pagan "justos" por "pecadores"; c) Hay que distinguir entre pueblo y dirigentes o gobernantes. Sin embargo me temo que el análisis es muy rudimentario e insuficiente: demasiado simple o lo que es peor, aunque quizá sin intención, decididamente simplista.

2. El concepto mismo de “pueblo” es casi siempre confuso y frecuentemente es empleado interesadamente, con cierto arrobamiento, dotándolo de manera apriorística (no sometida a discusión) con atributos de pureza, nobleza primigenia e inocencia congénita. El concepto de “pueblo" es en realidad una abstracción de enésimo orden, algo gratuita cuando se establece a partir de una sociedad extremadamente compleja, multidimensionalmente estratificada en un sinfín de clases, etnias, grupos sociales, religiones, filosofías, creencias ... e intereses y grados de acceso a la renta.

3. Tampoco el concepto de “gobernantes” es preciso. ¿Nos referimos acaso a estos gobernantes concretos de ahora o incluso por extensión a la llamada también con bastante imprecisión “clase política” o de los políticos? Pero esta ha de salir de alguna parte, ¿la extendemos por tanto a los partidos políticos y a otros círculos no ya influyentes sino determinantes: poderes económicos, poderes mediáticos (prensa, cine, televisión, internet ...), grandes creadores de opinión (intelectualidad, universidad, iglesias, ...), manejadores de masas (sindicatos, asociaciones corporativas, culturales ...). Y, llegados a este nivel de extensión, a todas estas gentes ¿las consideramos independientes del resto de la sociedad, del “magma de donnadies” manipulados o manipulables?

4. El tema es ya muy antiguo en la discusión política y sociológica. Y hasta mediática. Entiendo yo que, por alienada que se encuentre una sociedad respecto de sus “clases dirigentes”, es imposible no reconocer vasos comunicantes entre ambas. Aunque me conste que ha habido y hay sectores muy radicales en USA decididamente críticos con la acción de sus gobernantes, especialmente beligerantes en tiempos de graves crisis (véanse las reacciones universitarias en tiempos de la agresión contra Vietnam o las declaraciones públicas recientes de radicales tan significados y meritorios como James Petras o Noam Chomsky, sin incluir en este caso a Bertrand Russell por ser inglés), desdichadamente tampoco tengo la menor duda que capas mayoritarias de la sociedad norteamericana han sostenido de hecho con su acción o su omisión la política de hechos del “stablishment”.

5. No puede, a mi entender, por tanto, sublimarse la responsabilidad de tanto desmán mundial sólo en los gobernantes norteamericanos, ni siquiera entendido este concepto en sentido extenso. El tema que planteo es muy delicado pero es necesario abordarlo. Aún con democracia muy manipulada e imperfecta, e incluso (y soy más duro) en casos de dictadura o tiranía es imposible descartar un perverso flujo de sutiles complicidades entre las clases dirigentes, obviamente culpables y amplias capas “populares”, so capa de un trasnochado “patriotismo”.

6. Recuerdo muy vivamente un tema semejante que acudía frecuentemente a los “cineclubs” de los años cincuenta y sesenta a propósito de la segunda guerra mundial, los nazis y la responsabilidad del mismísimo “pueblo” alemán en tanta desgracia (las de los demás pueblos , salvo la del “japonés”, se daban de lado porque habían ganado, claro, (y nunca, ¡¡¡NUNCA!!!, hay responsabilidad en los vencedores (En voz muy baja: ¡América siempre ha vencido!))). Pués bien habían dos películas alemanas: una realizada en fecha muy cercana al final de la contienda, creo que se llamaba “La balada de Berlín”, y otra, cuyo nombre no recuerdo, realizada unos años más tarde. La primera entonaba un canto de perdón al mundo en nombre de “todo el pueblo alemán” , responsable ... y última víctima de la contienda, por todo lo malo sucedido; en la segunda “el pueblo llano alemán” era bueno, desinformado y víctima y la responsabilidad caía solo sobre “los nazis”: una especie de extraterrestres perversos, salidos de no se sabe bien donde, feos y antipáticos, que, a la manera de los pararrayos atraían hacia sí mismos todas las sospechas y las evidencias. ... Y es que ninguna sociedad admite para sí por mucho tiempo el cuerpo extraño de la culpa sino que rapidamente la localiza, la cerca con capas espesas de autojustificación y finalmente la proyecta sobre algún chivo o nazi expiatorio para quedar de nuevo con la tez limpia, joven y lozana. Vale, es mejor que nada, lo malo es que el quiste sigue ahí y cualquier otro día revienta.

7. ¿Estoy con todo esto justificando el enorme atentado o el terrorismo? En modo alguno. El terrorismo de los débiles es la manifestación suprema de su debilidad y es, además de un crímen, un grave error que de alguna manera regala auras de víctima a los sistemas verdugo y les proporciona argumentos falsos aunque efectivos para continuar e incluso profundizar su dominio. El terrorismo es sobre todo otra tremenda y perezosa simplificación de las situaciones complejas, un falso camino que nunca llevó a otra parte que al dolor y a la injusticia.

8. El verdadero, el único camino de los débiles, de los sojuzgados, de los explotados, de los dominados es la paciente y activa resistencia, la lucha por la conservación de la dignidad y la autoestima incluso en la extrema desgracia, por evitar la avilantez del esclavo en su definitiva resignación ... y el trabajo para lograr la unión sólida y creciente frente al opresor guiados por esa enorme virtud de los grandes insumisos que alguien llamó la PACIENCIA REVOLUCIONARIA.

lunes, 17 de septiembre de 2001

Francisco Redondo

domingo, 19 de abril de 2009

"Mirar hacia delante y no hacia atrás"

El flamante Presidente de los EE.UU., Sr. Barak Obama, ha sabido de la querella interpuesta ante la Audiencia Nacional española, por la que, al amparo del principio de Justicia Universal, se pide el procesamiento del equipo jurídico que asesoró a su antecesor Bush en la creación y sostenimiento por USA del sistema represor contra “combatientes extranjeros” en la base de Guantánamo (Cuba). Ante esa iniciativa jurídica el Sr. Obama se ha mostrado contrario a la misma y ha basado su rechazo en la idea guía de que se debe “mirar hacia delante y no hacia atrás”.

Es posible que el Sr. Obama desconozca como esa idea eje, equivalente a otras como “no remover el pasado” o “no reabrir heridas”, es en España el motor de la reacción contra las reivindicaciones relativas a la Memoria Histórica, que manejan los franquistas vergonzantes (o no). Se reclama el olvido del pasado cada vez que se intenta restituir la dignidad histórica de los republicanos asesinados sistemáticamente al tiempo que se ejerce la memoria selectiva para beatificar (Roma mediante) tandas y más tandas de “mártires de la Cruzada”. Obama no sabe de esta convergencia. La ignora.

 

Pero vayamos a lo suyo. “Mirar hacia delante y no hacia atrás”: cuidarse del Futuro y olvidar el Pasado.

 

Parece ésta una propuesta sensata, y sin embargo encierra una terrible e injusta falacia. Porque el Pasado es el territorio, el ámbito de la Justicia: la multitud de acusados de crímenes, de presuntos malhechores que se sientan en los banquillos de todos los tribunales del Mundo son juzgados por hechos de su pasado; no se juzga el Porvenir, no se juzgan intenciones., se juzgan hechos y los hechos pertenecen siempre al Pasado. La Justicia es precisamente el examen del Pasado a la luz de las Leyes, de las normas de conducta legítimamente establecidas.

En consecuencia, “mirar hacia delante y no hacia atrás” es desistir de hacer Justicia, desistir de enjuiciar los hechos que quedan atrás.

Es obvio que una propuesta así no puede haberse hecho con pretensiones de universalidad. Si así se pretendiera, ello implicaría hacer una amnistía general y continua, habría que vaciar las cárceles del Mundo e indemnizar a los penados, porque todos lo habrían sido por hechos de su pasado, de lo que quedaba atrás y debió haberse olvidado.

 

Detallemos:

 

-          Al final de la II Guerra Mundial ¿debieron olvidarse los crímenes de nazis y japoneses, los crímenes indudables de los vencidos, y no haberlos juzgado como se hizo en Nüremberg y otros tribunales de excepción? ¿No es más cierto que si se juzgaron, y que allí, aunque parcial y sesgada, se empezó a proyectar hacia el futuro la idea-promesa de Justicia Universal?

-          Tras de la reciente intervención en los Balcanes ¿debieron olvidarse los crímenes de Milósevic y Karadzic?

-          Tras de la ilegal invasión de Irak ¿debieron olvidarse los supuestos crímenes de Saddam Hussein y sus secuaces?

 

Y si no se olvidaron sino que se juzgaron y condenaron aquellos crímenes, si en aquellos casos la Justicia, para hacer su labor, no miró solamente hacia delante sino que preferentemente miró hacia atrás

 

-          ¿Por qué no se ha de mirar hacia atrás y juzgar a Bush y sus secuaces internos y externos por los presuntos crímenes contra la Humanidad en Irak y Guantánamo?

-          ¿A Franco y sus secuaces por el genocidio español en guerra y posguerra?

-          ¿A los gobernantes y militares israelíes por Sabra y Chatila, Líbano o Gaza?

-          Etc., etc.

 

¿Por qué no?¿Porque los EE.UU. de América del Norte tienen muchísimo poder y no han sido vencidos?

¿Porque Franco y sus secuaces lo tuvieron, y a USA por protectora?

¿Porque Israel tiene poder, no ha sido vencido y también lo protege USA y su “lobby” sionista?

 

Si todo esto es así, la consecuencia es inmediata: una Justicia que se ejerce, siempre mirando hacia el Pasado, en unos casos (gente sin poder o vencidos), y en otros se omite mirando al Porvenir, o más bien a un poderoso Presente; una Justicia así es parcial y arbitraria. Una Justicia así no es justa, es más bien una Injusticia.

 

No, Sr. Presidente, el hombre justo examina y juzga TODO EL PASADO para construir legítimamente un Futuro mejor. Lo contrario es dar vueltas a la noria del Poder Injusto, de crisis en crisis.

 

Madrid, domingo, 19 de abril de 2009

Francisco Redondo Benito de Valle

miércoles, 15 de abril de 2009

¿Qué es un peatón para un automovilista?¿Qué es un peatón para un guardia urbano?

           ¿Una nueva especie de lepórido cruzado de simio? ¿Una pieza a abatir en su safari diario? ¿Un ser clandestino y huidizo que sólo merece desprecio y acoso? ¿Un conejo? No, en el paisaje urbano mas bien una rata, o quizá un ratón tan sólo.

 

            Y si piensan que exagero lean esta historia, real como la vida misma, que he vivido en primera persona hoy jueves, 21 de septiembre de 2000, víspera del tan cacareado dia sin coches en esta ciudad que tan acertadamente rige el alcalde Manzano:

 

            Caminaba esta mañana a pié hacia mi oficina por una de las aceras que bordean el parque Norte de la capital, a mi izquierda, coches aparcados de manera contínua, sin fisuras, a mi derecha, el seto del parque, cuando rodando hacia mí por la acera adelante, ocupándola toda, se me viene encima tan pancho un coche. No podía eludirlo nada más que de tres maneras: saltando encima de un coche aparcado, saltando encima del seto o encaramándome a un árbol. Como a mis 61 años mis raices leporinas o simiescas las tengo algo lejos lo único que acerté a hacer fue achantarme y quedarme parado ante la lógica contrariedad de la conductora del vehículo que daba por supuesto que yo resolvería mi situación con la agilidad huidiza de los roedores urbanos, que viven siempre de prestado en el sobresalto diario. Me increpó y la contesté con arrogancia impropia de mi condición insignificante algo así como que los coches no deberían ir por las aceras y menos cuando al dia siguiente se celebraría el día sin coches. Me mandó a la mierda y me dijo que estaba autorizada por un guardia urbano porque un camión de limpieza había atascado la calle y la única solución hallada por el servidor público había sido al parecer la de desviar toda la circulación de coches por la acera. Por lo tanto: a reclamar  que me fuera al guardián del órden y que evacuara la acera porque estaba interrumpiendo EL SAGRADO TRÁFICO.

 

            Atónito obedecí mascullando para mí interjecciones que sólo hacían más patente mi miseria real de peatón, salté sobre el seto como pude y huí a mi madriguera agradeciendo no haber salido peor de aquella: hubiera podido ir a comisaría y todo por perturbar el orden automovilístico.

 

Desde luego si hay un dios de los peatones debe de ser inferior al de esos seres superiores que en una operación de ruinoso balance energético conducen sus 1500 kilos de apestosa chatarra para transladar a ninguna parte sus 75 kilos de gilipollas.

lunes, 6 de abril de 2009

A las declaraciones de Jaime Blanco sobre terrorismo

El secretario general del PSC-PSOE en Cantabria Jaime Blanco “culpa de la ineficacia policial al fin de la “guerra sucia”” y más en concreto pide al Estado que acabe con ETA “y que no nos explique como lo hace”. ¡¡¡Increible pero cierto al parecer!!!: en estos momentos críticos en que se necesita de las personas con ascendiente político posturas de firmeza, sí, pero también de responsabilidad y serenidad para evitar un deslizamiento perverso de la opinión pública, hay políticos que no cejan en su oficio de encender fuego junto a polvorines y de arrimar ascuas a la mas sucia de sus sardinas.

 

La verdad tal como la veo es que si las recientes declaraciones de Otegui considerando patriotas y compañeros a unos asesinos son, y no me cabe la menor duda moral, apología del terrorismo, las de Blanco son, dicho sea con igual convicción moral, apología del terrorismo de Estado. ¡Qué delgado es el tabique que separa del fascismo a algunos en los ambientes en que según la Historia nació!

 

Mire usted Sr. Blanco, sin acritud, si está convencido que el tipo de acciones que insinúa como más adecuadas contra el terrorismo deben aplicarse en primer lugar no generalice el deseo, muchos no las aprobamos, y en segundo le sugiero que tenga la valentía de acudir, como político que es, a los foros adecuados (las Cortes de la Nación, por ejemplo) para defenderlas allí abiertamente. Defienda la legalización de la pena de muerte, la tortura en las comisarías y lo que considere conveniente. ¿Qué esto tendría un alto coste político para usted? ¿Qué quizá no fuera tan rentable en votos como pudiera suponerse? No desconfíe, Mussolini alcanzó un alto respaldo popular de esta manera.

 

Pero alternativamente no pretenda que oscuros funcionarios y mercenarios siniestros  hagan el trabajo sucio en las comisarías mientras el político sigue siendo la doncella de los altos pensamientos. No pretenda que ellos acumulen por el político el encanallamiento moral y aquel los réditos en cargos, puestos, popularidad: poder en suma, si todo “va bien”, y si va mal, cárcel para el sicario e indulgencia para el político inductor.

 

Y queda otra interesante discusión al hilo de su oportunista irrupción: la “guerra sucia” que algunos hicieron ¿fue realmente eficaz para la lucha antiterrorista? El calvario de Segundo Marey ¿qué frutos tuvo? ¿En qué medida sirvió a la causa general el asesinato del insumiso Carlos García Goena? La tortura hasta la muerte de los etarras Lasa y Zabala ¿mejoró algo la situación o la encabronó más? Proporcionar “heroes y mártires” a una jauría tan desesperada como ETA ¿es realmente un avance? ¿No será más cierto que todo aquello aportó para hoy un importante “handicap” moral no solo para el PSOE sino para el país entero?

 

En todo caso si pide trabajo sucio al Estado no pluralice, algunos no estamos por la labor. Creemos lealmente en la Democracia y creemos que eso nos honra.

 

 

Madrid, 11 de Agosto de 2.000

viernes, 27 de marzo de 2009

Reflexiones sobre la transcendencia


 

 

 El hombre, ese peñasco

que a veces dice no con la cabeza.

El vegetal erguido, rebelado,

que ya no sigue al sol que más calienta.

 

Ese animal cruel que hunde el colmillo

en las tiernas gargantas de su sangre,

que mata por matar, y que descubre

su gozo en el dolor que al otro inflige.

 

Ese mono, esclavo de si mismo,

horrorizado miembro de una especie

madrastra de la muerte y de la mierda,

diente feroz y hermosos pensamientos.

 

Ese ángel caído que enarbola,

marioneta sublime, su dios antropomorfo

para ahuyentar sus cósmicos pavores.

 

Esa caña consciente en la tormenta,

contradicción perpetua, paradoja

del dios por Jl creado, del Dios Padre.

 

 

 

Ni creo en Dios ni dejo de creer. ¿Es esto ser agnóstico? Puede que lo sea.

 

Por supuesto desecho de antemano la idea del politeísmo, con su caterva de dioses locales que encarnan los destinos de cada tribu, quizá con algún dios de mayor categoría que organice el tráfico de las divinas influencias. No obstante la reconozco como solución más equilibrada y justa porque permite a cada etnia la misma dignidad y protección de principio aunque luego algunos dioses se muestren más eficaces que otros en hacer medrar a sus protegidos. (El catolicismo es de hecho un politeismo por cuanto venera a santos y advocaciones de María como funcionales dioses y diosas menores especializados en diversas mercedes a la medida de sus menesterosos demandantes).

 

Me parece aberrante la pretensión teológica judía de elevar un dios tribal a la categoría de único Dios. "No hay más Dios que el Dios de Israel". ¡Cojonudo! Un único Dios crea el Universo entero y luego elige una mugrienta tribu del desierto como única destinataria de sus mejores designios. ¿Qué pintan entonces los demás hombres, las demás tribus, los demás pueblos?¿ Son tan sólo otras bestezuelas del Señor? Si esto no es racismo (o aún peor, tribalismo) teológico que venga Dios y lo vea. Salvo, claro está, que los judíos se consideren raza (¿por qué no especie?[1]) superior  y nos vean a los demás como desechos paleo-humanos arrojados en el camino de la evolución. Algunos de ellos lo piensan; no se diferencian mucho de los energúmenos nazis que tan criminalmente se portaron con los judíos (y con los gitanos, los rusos y muchos más).

 

No creo en el Dios cristiano[2], ese que definen como "Señor infinitamente bueno, poderoso, principio y fin de todas las cosas". Un Dios providente que lo crea, vigila y tutela todo, permitiendo no obstante la libertad y, por ende, responsabilidad de sus criaturas ("el libre albedrío"). Un Dios que crea el hombre "a su imagen y semejanza". El hombre, ¡menudo monstruo!¡ vaya imagen de un dios bondadosísimo!

 

Pero mi juicio no puede quedarse a este respecto en esa sola crítica. El cristianismo oficial a lo largo de sus siglos de vigencia (y más aún el catolicismo) representa probablemente el más flagrante y descarado caso de manipulación fraudulenta, de inversión y perversión de la imagen de un hombre egregio y bueno, de su mensaje, y del brote utópico que significó que conoce la Historia. Muchos otros movimientos populares, muchos otros repuntes de utopía han terminado en manos de aprovechados y de listos, vueltos del revés como un calcetín: el movimiento franciscano, la revolución francesa recalada en triunfo de la burguesía y el capitalismo, la revolución bolchevique desembocada en el estalinismo, el “socialismo-democrático” convertido en mamporrero del neoliberalismo y el imperio americano, la propia utopía americana, que tanta atención mereció del propio Marx, conducida hacia el fascismo realmente existente y posible, etc. En todos ellos funcionaron mecanismos semejantes y en todos la contrarrevolución se articuló sobre élites corrompidas que traicionaron sus ideales si es que alguna vez los tuvieron, es decir, si es que no se unieron deliberadamente a las masas con la idea de apoderarse en su momento del mando y poner a moler en su molino la poderosísima potencia de cualquier movimiento de masas resonante con una auténtica utopía. Pero el cristianismo, por su extensión, por la mezcla tan chocante de éticas y prácticas de una bondad avanzada a su tiempo y poderes ejercidos con suma crueldad y en auténtica negación de esas mismas ética y prácticas, por haberse convertido en una de las mayores fábricas de alienación colectivas que se conoce y que tanto ha significado y significa en nuestra cultura y formación básicas merece un análisis cuidadoso y profundo que mis limitaciones personales me van a impedir completar como desearía. Pero vayamos a ello y por partes.

 

El cristianismo hace dogma central de su doctrina que Dios se encarnó en el hombre llamado Jesús de Nazaret. ¡Señor, si es que existes, qué disparate! Ellos dicen que es un gran misterio; yo digo que es un enorme disparate[3]. Y especialmente disparatado sería para un judío afirmar una cosa así. Parece ser que esa creencia no es inmediata a la muerte de Jesús sino que se la plantean incluso varios siglos después, en otro caso sería una buena explicación de por qué el cristianismo tuvo tan poco eco entre los propios judíos.

 

Porque vamos a ver. A nada que uno se haya asomado sin anteojeras a la tradición mosaica tiene que darse cuenta de una de las peculiaridades más originales del judaísmo:  la que podríamos llamar mandato de abstracción teológica. El judío tenía vedado representarse a Dios de ninguna manera ni hacerse imágenes de él. A diferencia de los pueblos que lo rodeaban y que de forma habitual se imaginaban a sus dioses en formas de animales, personas o seres fantásticos el pueblo de Israel por la constante presión de sus profetas concebía a su Yavé en términos meramente abstractos privándose de hacerse de él la menor representación. Este punto es crucial y da a  esa creencia un atractivo filosófico evidente y cierta modernidad aparte de las consecuencias sociológicas que tan sutil e inteligentemente analiza José Mª . Díaz Alegría en lo relativo a su distinción entre religiones ético-proféticas contrapuestas a las teológico-cultualistas[4], de vital importancia para otros aspectos del análisis de las religiones “del Libro”.

 

Las referencias son constantes en la Biblia: Cuando Moisés remonta el Sinaí y permanece allí cuarenta días el pueblo impaciente se desespera por la tardanza y le pide a Arón, gran sacerdote, hermano de Moisés, una imagen de Dios a la manera egipcia. Éste, débil y quizá desesperanzado por la tardanza, les funde un becerro con el oro de las joyas que le entregan al que empiezan a adorar. Vuelve por fin el profeta con las Tablas de la Ley recién recibidas de Yavé, se encoleriza al encontrarles en prácticas tan impías para los israelitas y destroza el ídolo[5]. El Decálogo es tajante: “No te harás esculturas ni imagen alguna de lo que hay en lo alto de los cielos , ni de lo que hay abajo sobre la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, y no las servirás …”[6]. Y más adelante insiste: “No os hagáis conmigo dioses de plata ni dioses de oro”[7] Díaz Alegría, en la obra citada, revela cómo estos preceptos fueron eliminados del decálogo cristiano porque cerraban el paso al rumbo teológico-cultualista que se le estaba marcando a la nueva religión y cómo fue desdoblado un mandamiento para cubrir el hueco del borrado y seguir sumando diez. Tampoco en la época de mayor esplendor de Israel, durante los mandatos de David y de Salomón,  se le ocurrió a nadie divinizarlos ni en vida ni a la muerte de alguno de ellos, y nadie dudará de la devoción de ese pueblo por esos reyes. El resto de la historia antigua de Israel es una continua pugna entre transgresores y reivindicadores de esta pureza en la abstracción: Jeroboam hace ídolos y Josías le reprende, los reyes prevarican y los profetas fustigan, el pueblo en decadencia se dedica al culto de las “aseras y los altos” que periódicamente destruyen los profetas cuando les toca algún rey decente. Nada queda tan patente entre los judíos como el horror y el desprecio de la idolatría por el hombre justo, hasta el punto de que constantemente identifica ésta con decadencia, infortunio y esclavitud por el abandono de su dios en castigo a esas prácticas impías. Una auténtica fijación.

 

Con estos antecedentes esenciales ¿como podría admitir un buen judío que alguien llegara a adorar a un hombre como ídolo y personificación de su dios? Los egipcios divinizaban a sus faraones, los romanos a sus emperadores, los judíos no lo hicieron nunca y creo de verdad que ellos no lo hicieron con Jesús, ni siquiera sus mas devotos partidarios lo hicieron, eso es sin duda un invento muy posterior.

 

¿Y Jesús? Escuchad lo que os digo, la mayor prueba de que no hay otra vida tras la muerte tal cómo nos la han contado es para mí que si la hubiera y desde allí se pudiera saber lo que aquí ocurre la vida eterna de Jesús sería un verdadero infierno tan solo de saber lo que se ha hecho de su memoria y en su nombre, y sobre todo el de haber hecho de él un dios que adorar en lugar del abstracto en que como buen judío sin duda creía. Porque Jesús de Nazaret era judío de pura cepa, de la estirpe de David (¡vaya usted a saber!) y era un profeta como la copa de un pino. De los mayores. Nada más lejos de la impiedad ni de la sospecha de la idolatría. ¿Jesús se creía Dios? ¡Qué cosa tan absurda! ¡Misticismos orientales, locuras de mentes débiles! ¡¡Necesidades pervertidas de mitificarle para construir sobre su imagen meliflua (esos cristos de labios pintados, corazón trinchado y mirada gilipollas que adoran las beatas a mayor beneficio de tanto aprovechado) un enorme aparato de poder apoyado en la fe alienada de tanta gente sencilla!! No, Jesús, llamado el Cristo, era sin duda un hombre nada más, y nada menos que todo un hombre, por sus ideas hechas palabra, verbo (y eso sí que es un milagro, el único que admito de él) y sus actos. Un hombre admirable de esos que te reconcilian a veces con la humanidad. ¡Así le fue cómo le fue, cómo a tantos otros!

 

Jesucristo, ¿dios? Absurdo. Tertuliano, que al parecer descubrió el razonamiento paradójico antes que algunos modernos, dijo al respecto: “Credo qui absurdum est”. Y acto seguido se convirtió. Un intelectual pasado muy tempranamente al irracionalismo. ¡Enhorabuena! ¡Pues no, señor! Lo absurdo es absurdo y punto. Tras esos retrocesos de la razón se van años de retroceso de la Humanidad.

 

Pero la falsificación, la mitificación, la mixtificación, la inversión perversa de la memoria de Jesús por los explotadores de su imagen no queda ahí. Jesús de Nazaret dice:

 

                        “Bienaventurados los pobres de espíritu, por que suyo es el reino de los cielos”.

 

                        “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”.

 

                        “Bienaventurados los que lloran, por que ellos serán consolados”.

 

              “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos”.

 

              “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”.

 

              “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.

 

              “Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

 

              “Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia[8], porque suyo es el reino de los cielos”.

 

              “Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí”.[9]

 

                        Y dijo:

 

              “No resistáis al mal, y si alguno te abofetea en la mejilla derecha, dale también la otra”.[10]

 

                        Y también:

 

            “Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen …”.[11]

 

            “No podéis servir a Dios y a las riquezas”.[12]

 

            “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos”.[13]

 

                        Y sobre todo:

 

            “No os inquietéis por vuestra vida, sobre qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, sobre qué os vestiréis. ¿No es la vida más que alimento, y el cuerpo más que vestido? Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? ¿Quién de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a sus estatura un solo codo? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Mirad a los lirios del campo cómo crecen: no se fatigan ni hilan. Pues yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana es arrojada al fuego, Dios así la viste, ¿no hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No os preocupéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, qué beberemos o qué vestiremos? Los gentiles se afanan por todo eso; pero bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso tenéis necesidad. Buscad, pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura”[14]

 

                        ¡Toma ya productividad, competitividad y la codicia como motor del mundo! ¡Toma ya capitalismo y neoliberalismo! ¿Son ustedes cristianos, señores Aznar y Rato, bendecidos por todos los obispos de Calahorra o de Roma o el mismísimo monseñor Escrivá de Balaguer, que tanto da, y atufados del incienso de la misa semanal o diaria?

 

            Antonio Machado dijo en aquel verso sobre la saeta:

           

 “¡Oh, no eres tú mi cantar

 No puedo cantar ni quiero

 a ese Jesús del madero

 sino al que anduvo en el mar.”

 

Yo prefiero sin embargo a ese Jesús que “entró en el templo de Dios y arrojó de allí a cuantos vendían y compraban en él, y derribó las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas, diciéndoles: Escrito está: “”Mi casa será llamada casa de oración””, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones”[15]

 

¡Santa ira! ¡Irónica profecía! De ser Dios hubiera tenido que saber que sobre su memoria se edificaría un templo repleto de todo lo que con razón abominaba.

 

Comparemos la doctrina que deja entrever el espíritu de las escasas citas que transcribo con la realidad de la composición social del núcleo actual del cristianismo.  Rabindranaz Tagore dijo una vez que la doctrina de Jesús había  pasado sobre los cristianos como el agua sobre los guijarros del río, mojando su superficie pero sin empapar su corazón. Yo creo que si examinamos el actual cristianismo como organización y fenómeno social la cosa es mucho peor y encontramos un aparato ideológico para conducir y mantener a los pobres en la santa resignación y así garantizar la dominación de los ricos en la mayor seguridad, y todo ello hecho con retazos de una doctrina evidentemente emancipadora. ¡Desalentador!

 

Y sin embargo, en un cierto sentido, que no en los demás por supuesto, hay que reconocer un progreso con respecto al judaísmo: Dios no se dedica ya a una sola etnia o tribu sino a todos los hombres. Pero sigue conservando un centralismo fundacional y una esencial intolerancia: Dios quiere a todos los hombres con la condición de que se "conviertan" a la verdadera fe (cuyo patrimonio administran y poseen otros, llamados cristianos) y abjuren de sus primitivas creencias, lo cual proporciona ventajas evidentes a los padres fundadores y organizaciones pioneras, y a la corta o a la larga representa la demolición cultural[16] de los pueblos convertidos, conquistados y dominados. En este sentido la tarea del misionero como agente de desintegración cultural de vencidos ha sido desdichadamente complementaria de la del guerrero, aunque, en el mejor de los casos, se pueda haber hecho guiado por un propósito benevolente, para encaminar esas gentes hacia el único Dios verdadero.

 

Del Islam conozco poco, creo que en el fondo nace de la misma fuente teológica que judaísmo y cristianismo, que carece del tribalismo primitivo de la primera y que, quizá por ser algo más moderno en su origen es (o era) algo más tolerante en términos generales que el cristianismo[17]; la intolerancia y fanatismo que hoy se advierte en los que más se reclaman musulmanes más parecen restos de intransigencias y abusos tribales (precisamente, al parecer, esos mismos a los que Mahoma quiso poner coto) tremendamente radicalizados por el rechazo a la prepotencia de Occidente y la necesidad de reforzar sus señas de identidad (quizá sin duda en dirección equivocada) ante la evidente agresión cultural, repleta de valores  tan contrapuestos a los suyos.

 

Tampoco sé mucho del budismo (más bien una filosofía y una ética), por el que siento una gran curiosidad, ni de otras religiones.

 

Dicho todo esto, muy simplificadamente, lo reconozco, de las religiones existentes, sobre las que volveré quizás para matizar o completar mi impresión sobre algunas de las que mayor influencia he recibido, debo reconocer que el fenómeno de la religión en su conjunto, como tendencia mayoritaria de los colectivos humanos, es impresionante y que, alienante o no, primitivo o esencial, debe ser considerado con la mayor atención por quien pretenda conocer la naturaleza y filosofar sobre el futuro de los seres humanos sea en sociedad o como meros individuos.

 

 

Opinión filosófico-religiosa o simplemente filosófica destacable, antigua, pero posiblemente con bastante futuro en las conciencias es la del panteísmo. Cada ser por sí es contingente pero el conjunto de todo, el Universo es necesario, tiene un  plan y en ese plan estamos todos los seres. El conjunto de todos los seres es divino.  Algunos rasgos de panteísmo se advierten en el budismo, no está muy lejos de cierto panteísmo el cristianismo de Francisco de Asís y más modernamente, en este siglo, el de Teilhard de Chardin. Y no sería raro verlo renacer como rama transcendente del creciente ecologismo.

 

Como antítesis radical de todo este panorama, como negación histórica de la búsqueda de lo transcendente y de las religiones está el ateísmo. Es de suponer que por muchos siglos esta fue más una convicción  personal mantenida  en el secreto de las conciencias de muchas personas que una filosofía manifiesta, que, de serlo, hubiera acarreado a sus mantenedores acusaciones de impiedad con las peores consecuencias, habida cuenta del poder de las religiones dominantes y su íntima relación con los poderes políticos y represivos. Por cuestiones filosóficas o científicas que tan sólo rozaban la cuestión llegaron a la muerte o al suplicio Sócrates, Miguel Servet, Giordano Bruno, etc. o a la humillante retractación: Galileo y otros. Sólo con la irrupción de las ideas modernas que eclosionan, no sin sangre,  a partir de las revoluciones de los siglos XVIII, XIX y XX se puede establecer la  tolerancia mínima imprescindible, por más que precaria, para manifestar públicamente tales ideas, debatirlas y crear movimientos colectivos más o menos coordinados que comparten y difunden esas convicciones.

 

Existe para el ateo cuanto se puede ver y experimentar con los sentidos y mediante los instrumentos de que el hombre se ha provisto con su ciencia y su técnica; gobernado por las reglas que el método científico va descubriendo y contrastando con rigurosas pruebas y repruebas. Nada más. Cualquier otra reflexión cae en los apriorismos y elucubraciones de la metafísica, disciplina gratuita, acientífica y despreciable. Pero no se para aquí. Si se quedara en la simple afirmación de que: Hasta ahora no se han encontrado razones consistentes que permitan afirmar la existencia de algo sobrenatural, de algo que haya creado, organizado lo que existe o al menos que esté al margen de lo que conocemos como Universo (pero no queda excluida la posibilidad de que un día se encuentren o que, aún sin encontrarse, puedan existir al margen de nuestra indagación), esa persona no sería puramente un ateo. El ateísmo niega categóricamente la existencia de algún dios, único o vario, fundamento de religión o de filosofía, Dios o Gran Arquitecto del Universo, o la de cualquier ser, fenómeno o manifestación "sobrenatural" que haya intervenido o intervenga en ningún tipo de creación, regulación o mantenimiento de la realidad "natural". Niega asimismo, por lo general, para el Universo cualquier tipo de finalismo o destino manifiesto o subyacente. Es decir, niega toda teología y toda teleología.

 

Opino yo que el ateo, quizá por las tremendas fuerzas contra las que ha tenido que luchar, quizá por emplear su opinión sobre la transcendencia no sólo como mera opinión filosófica sino, más allá de ello, como un argumento fundamental en su dialéctica y un arma en su lucha, en buena parte política y social, contra el evidente carácter reaccionario y conservador de las religiones imperantes, baluartes ideológicos por mucho tiempo de los antiguos regímenes políticos, ha radicalizado extraordinariamente en muchos casos su opinión en este tema, de manera que, al  elevar a categoría su negación de la transcendencia sobrepasa los límites de la razón y se adentra en los de la creencia; huyendo de todos los apriorismos él mismo establece un apriorismo: está seguro (¡y con qué firmeza a veces!) de que Dios no existe. Personalmente prefiero el socrático: sólo sé que no sé nada, o al menos que no sé lo suficiente.

 

Y para cerrar el panorama, aunque no sé qué lugar debiera corresponderle, trataré del agnosticismo. En sentido propio[18] se trata de una doctrina filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano toda noción de lo absoluto, y reduce la ciencia al conocimiento de lo fenoménico o relativo, es decir, la ciencia humana sólo puede dar a conocer relaciones entre las cosas, mientras que la esencia, el noumeno, la razón última siempre se le escapará de entre las manos. )Está entre lo que se nos escapa algún dios creador u ordenador de lo absoluto? No lo podremos saber nunca.

 

Quizá yo no llego hasta tanto. En el agnosticismo que acabo de transcribir hay al menos la formulación de una hipótesis de inaccesibilidad de lo absoluto que, aunque me parece verosímil y probable en el estado actual de conocimientos tampoco considero definitivamente probada, al menos en lo que a mi sentido o sentimiento de la evidencia respecta. Yo me quedo en la duda no resuelta del principio o en la escrita en negrillas para el párrafo sobre el ateísmo. Me parece que es una especie de agnosticismo, si bien apenas categórico, aunque si dramático en el hondón de mis sentimientos. Hace años escribí un pequeño poema que pretendía expresar esa desazón:

 

                                                                          

 

 

 ANGUSTIA

 Me han puesto a vivir y vivo

con toda mi angustia a cuestas,

sonámbulo entre misterios

colgados de las estrellas.

 

De cábala y jeroglífico

hago mallas de escaleras

y antorchas de luz que alumbren

la sima de mi cabeza.

 

Mientras mi razón, curtida

en preguntas sin respuesta,

ajedreces ideales

disputa con las tinieblas

 

mi corazón continúa,

metafísico y poeta,

alzándole barricadas

al miedo que se le entra.

 

 

                        Todo esto está muy bien pero no termina de aclarar mi pensamiento sobre la transcendencia. Si acaso modela en hueco, en base a sucesivas negaciones, un atisbo de postura. Volveré, pues, al principio: ni creo en Dios ni dejo de creer.

 

                        ¿Qué hacer? Se me plantea  un dilema:

 

A) Puedo “pasar” del tema. ¿Es verdaderamente necesario resolverlo? Muchos contestarían que no, que se puede seguir viviendo sin plantearse estos problemas. Me los imagino  como pasajeros de un largo viaje en una nave interestelar olvidados por completo del origen, el destino y la finalidad de la travesía y preocupados tan sólo por los chismes de a bordo, por las relaciones de a bordo (por lo relativo). Tendría su lógica. Pensemos que un viaje estelar a velocidades sublumínicas podría durar el tiempo suficiente para que se sucedieran cientos de generaciones dentro de la nave; finalmente los gráficos de ruta, los cuadernos de bitácora y las instrucciones del viaje devendrían para la mayoría de los viajeros en oscuros textos sagrados cada vez más esotéricos y desconectados de las realidades cotidianas, y el escepticismo sobre una posible finalidad de su viaje cundiría irremediablemente. ¿Qué estrategias de relación subsistirían tras el naufragio de cualquier finalismo? Para los más primitivos un egoísmo elemental al servicio de un brutal hedonismo. Para los más inteligentes alguna estrategia grupal muy jeraquizada que garantizara una cómoda hegemonía y en el fondo la satisfacción de los mismos instintos elementales del primitivo más los de dominación: unas reglas de juego, o sea una “ética”, mafiosas.

 

            Porque, ¿sobre qué fundar una ética universal amplia que sea algo más que las reglas del juego de una mafia corporativa e injustamente excluyente? ¿Sobre arcanos acerca de la naturaleza del hombre y sólo del hombre?¿ y cuales? ¿Sobre bases ecológicas que huelen a panteísmo o deificación de la Naturaleza?¿ y con qué base?

 

      B)  Puedo y debo seguir reflexionando sobre la transcendencia. No me queda otra salida. He apostado ya demasiado por intereses generales en contra a veces de los míos más inmediatos. Y, coherentemente, cuando se hace esto (y lo hace mucha gente) no puede basarlo en estrategias ni planteamientos de cortos vuelos. Es necesaria una apoyatura filosófica que dé cobertura de sensatez a lo que sin ello sería una locura quijotesca, todo lo simpática que se quiera pero locura al fin. Marx lo intenta con su materialismo dialéctico

 

 

                                   Madrid, 10 de Abril de 1999

 

(Continuará … indefinidamente)



[1] Evidentemente aquí todos los racistas han perdido su mejor posibilidad ante la Biología, que define especie como conjunto de todos los individuos capaces de cruzarse entre sí y procrear descendientes viables y fértiles, cosa que los miembros de la m<s primitiva y despreciada raza actual puede hacer y en realidad ha hecho m<s de una vez, mal que les pese, con los orgullosos arios o los excluyentes judíos; ve<se p.e. el caso de los felashas etíopes.

[2] Aprecio, sin embargo, sobremanera a Jesús de Nazaret por los hechos y dichos que de Jl me han sido transmitidos y que muy poco tienen que ver desdichadamente con el montaje organizado alrededor de su memoria ni por supuesto con los indignos hechos realizados indignamente en su nombre. (Pobre Jesús!

[3]Y no voy a trivializar esta afirmación acudiendo a la imagen de desmesura en la que un Ser Absoluto Creador de un Universo con millones de galaxias, cada una con miríadas de estrellas y planetas, algunos de ellos poblados de bestezuelas fruto de una evolución de lo elemental a lo complejo, se encapriche con una cría de primate erguido de una tribu de un rincón perdido al borde de un desierto de un planeta cualquiera de una estrella sin importancia de un brazo secundario de una galaxia como tantas otras y se encarne en él. Podría así ridiculizarse la posibilidad, pero no lo haré.

4 “Yo creo en la esperanza”, José Mª Díaz Alegría.

[5] Exodo,32,1-35.

[6] Éxodo,20,4-5.

[7] Éxodo,20,23.

[8] Obviamente, ser perseguidos por practicar y defender la justicia.

[9] Mateo, 5,1-11.

[10] Mateo,5,39.

[11] Mateo, 5,44.

[12] Mateo, 6,24.

[13] Mateo, 19,24.

[14] Mateo, 6,25-33.

[15] Mateo, 21, 12-13.

[16] Religión y cultura son dos manifestaciones inseparables de la forma de ser, la identidad y el orgullo de cualquier pueblo, y en consecuencia fundamento de su pretensión natural de independencia.

[17] En la España musulmana, por ejemplo, a los judíos y a los cristianos se les dejaba practicar su religión con relativa libertad, gravándoseles, eso sí, con un impuesto especial. Bajo la dominación musulmana los Concilios cristianos se siguieron celebrando regularmente en Toledo y la jerarquía de obispos y presbíteros continuó funcionando, e incluso se sabe que los cristianos de los reinos cristianos de la península siguieron obedeciendo a las jerarquías cristianas de la España musulmana hasta que aquellos reinos fueron suficientemente fuertes, en cuyo momento se emanciparon de tal obediencia.

[18] Diccionario de la lengua española. Vigésima primera edición. Real Academia Española.