domingo, 1 de noviembre de 2009

¿Es el Dios de la Biblia mosaica un ser perverso? - I

Mi amigo Pedro y yo debatíamos en el coloquio que siguió a mi recital de poesía “Me libré de los templos, sonreídme” en el Ateneo de Madrid, en la tarde del pasado 19 de Octubre. Pedro ponía mucho empeño en afirmar que el Dios mosaico, de existir, sería un ser malo, perverso. Tanto él como yo habíamos manejado el argumento capital de la existencia del Mal en este mundo.

El razonaba (yo también) que, siendo Aquel, en teoría, creador del mundo que conocemos y en el que vivimos era responsable del resultado final; y este no era otro que el de un Universo gobernado por la depredación de unos seres vivos por otros, o por la explotación cuando no destrucción por guerras y genocidios de unos seres humanos por otros. Y esto no de manera accidental sino sustancial, esencial. Y, siendo esto así, el supuesto Creador sería responsable de todo ello, tanto en cuanto a diseñador de seres que para sobrevivir necesitan fatalmente infligir daño a otros, como por su papel de omnisciente y omnipotente celador de la marcha del proceso; dándose la circunstancia agravante que en ningún caso intenta corregirlo o evitarlo, sino que parece complacerse en su obra, y termina achacando, de manera cínica y cobarde, las habituales y horrorosas consecuencias de la misma a las “imperfecciones” o “pecados” de sus propias criaturas. Excusas éstas de una falsedad tan elemental que ningún juez dudaría un instante en considerarlas circunstancias agravantes de su crimen.

A todo esto, lo cierto es que en este momento ni él ni yo creemos ya en la existencia real de ningún dios; obviamente nuestra conversación se refería a algo llamado Dios: el Dios imaginario que nos ha sido transmitido como concepto desde la antigüedad mosaica a través de la Biblia cristiana o judaica, que también admite como libro revelado la religión musulmana. Y este Dios imaginario tiene, como tal, una existencia real no sólo en las mentes de los creyentes sino incluso en la de los no creyentes pero si inmersos en la corriente cultural de las religiones del Libro, que nos ha empapado a todos.

Sea como sea, Pedro se cargaba de razón afirmando que si ese Dios, omnisciente y omnipotente, hubiera sido de verdad el ser infinitamente bondadoso que afirman que es hubiera creado de principio un Mundo exento de Mal en que todas las criaturas conviviesen en paz sin comerse las unas a las otras ni hacerse daño alguno, cosa que para Él, en tanto que omnipotente, le hubiera sido tarea tan sencilla o más que la de pergeñar este Mundo cruel que conocemos y padecemos. Y, puesto que optó por este último, cabe afirmar que la Crueldad y el Mal forman parte de la mismísima Esencia de ese Dios.

Me descubro ante Pedro. Yo había llegado en mis reflexiones a razonamientos y conclusiones parecidas a la que resumo en los tres primeros párrafos, pero esta idea de la posibilidad de un Dios benéfico que crea un mundo perfecto del que el Mal está desterrado de principio es en su sencillez enormemente original, sobre todo porque se le ocurrió a bote pronto.

Pensemos sobre ello: ¡claro, en efecto! A Dios le hubiera bastado lo siguiente:

1) Crear de principio el Paraíso con carácter definitivo en lugar del Universo en que nos hallamos. Crearlo ya de principio y no dejarlo, como ahora, para las almas de los muertos.

2) Instalar en el a todos los seres vivos, eternos, inmortales, felices, nutriéndose del Sol, del Aire, del Agua, sin hacerse daño ni comerse los unos a los otros, dedicados al “dolce far niente” y a la contemplación eterna de Dios y su Creación.

3) Desistir Dios de someterlos a prueba alguna, prueba que además en cualquier caso, parece impertinente puesto que, siendo Dios omnisciente y tratándose por otra parte de sus propias criaturas, de sobra habría de conocer de antemano hasta en los menores detalles cual sería su comportamiento ante, en y tras la prueba, por lo cual no otro sino Él sería responsable del resultado. ¿O acaso no sabía Dios lo que iban a hacer Adán y Eva en el famoso, desproporcionado e injusto test de la manzana? ¡Vamos anda! Que no sepa Bill Gates como va a reaccionar Windows en muchos casos, pase, pero Bill Gates no sólo no es tan omnisciente como Dios, aunque sea casi tan poderoso, por lo que sería de esperar que el “software” de Adán y Eva no tuviera secreto alguno para su Creador.

4) Desistir de crear ningún Infierno, Diablo, Luzbel, etc., sin misión ni trabajo alguno en un Mundo paradisíaco del que se hubiera omitido el concepto de Pecado, Culpa, Expiación y Castigo. Unas entidades de venganza y castigo infinitos que, en todo caso, se avienen mal tanto con la naturaleza finita y contingente del criminal como con la supuesta naturaleza bondadosa de su creador (y responsable subsidiario del crimen).

No, no estaría mal, Pedro. Y, en efecto ¿por qué Dios no lo hizo así? Tú dices que porque Dios, ese Dios bíblico sería Malo, sería intrínsecamente Perverso. ¿Un anti-Dios? ¿Un diablo? ¿Un dios de dos caras como Jano, una buena y otra mala? ¿Un dios “con doble faz / de amor y de venganza”, que decía en verso Antonio Machado? No sé, no sé, Pedro, algo no me cuadra en tan idílico proyecto, y voy a pensar en qué.

Madrid, miércoles, 28 de octubre de 2009

[Continuará]