viernes, 2 de octubre de 2009

El informe 'Gürtel'. Corrupción de un partido y de sus electores

Comentario a noticia en Público - versión digital

Estamos viendo, ya casi sin lugar a duda, la corrupción hondamente anclada en la misma entraña de un partido político: el Partido Popular. Era de temer para cualquier persona atenta a la actualidad política porque ha venido precedido por una larga retahila de casos en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Pero lo más relevante del caso para mí se centra en tres cuestiones:

1) La reacción de la cúpula del partido. Si todavía se acepta la hipótesis de que queda un núcleo sano en el PP hubiera sido de esperar que mirando al futuro la cúpula se hubiera esforzado en una tarea de cirugía para sanear el colectivo eliminando sin piedad a quienes tanto daño les están haciendo a su partido y al país. Pero en lugar de ello se abrazan sin dudar a su tejido corrupto y arremeten contra todo dios que ejerza la denuncia o la crítica dentro o fuera del partido. Aparte de quedar toda la cúpula en entredicho con esta conducta, conducen a la formación con paso firme hacia el abismo.

Es posible que su hipótesis de cálculo sea que buena parte del país da la corrupción por presupuesto. Puede que en parte tengan razón, - es lo que destaco en el apartado 3: - a ellos aún no les ha tocado pagar en votos una factura como la que pagó el PSOE por el GAL y demás corrupciones ligadas a Roldán, etc.; ya que es muy probable en efecto que el electorado del PP sea menos estricto que el del PSOE al juzgar y condenar este tipo de delitos; así al menos parecen revelarlo el resultado de elecciones posteriores a los escándalos de corrupción urbanística en que se ha visto envuelto aquel partido de forma muy destacada sobre cualquier otro. No obstante el caso puede írseles de las manos sin que les valgan estos indignos cálculos.

2. La actitud y el proceder de algún juez. Una auténtica vergüenza para la judicatura, que de no desmarcarse con un claro gesto de repudio puede quedar contaminada, porque la calificación del proceder de de la Rúa es de catón - no es necesario ser especialista en ninguna rama complicada del Derecho para hacerla. El rechazo de cualquier persona sana es inmediato en primer lugar por no inhibirse aquel antes de juzgar a un amigo declarado, y en segundo, por ignorar investigaciones de los jueces instructores y la Policía y retorcer el mismo concepto de cohecho impropio, tras de dar por probadas, eso sí, las dádivas a Camps de contratistas amigos que fueron beneficiados por su Administración con contratos privilegiados.

3. La actitud del electorado de ese partido. Su conducta es para mí lo más preocupante. El electorado del PP se ha mostrado de forma reiterada insensible a casos patentes de corrupción y ha seguido votando a los corruptos. Frente a quien sostiene el carácter "inocente" del cuerpo electoral pienso que una conducta sostenida insistentemente por esa parte del cuerpo social, muy dificilmente atribuible a la ignorancia, apunta más bien en la dirección de un encanallamiento colectivo, de una auténtica complicidad con el decaimiento moral que augura un futuro muy negro para España. Porque en este caso no estamos hablando ya de un grupo, de una cúpula o de un partido sino de capas sociales muy amplias.

Podría hablarse de alienación colectiva conducida por los medios afines a los corruptos, de votos cautivos o de irresponsabilidad social, pero como explicación me parece insuficiente. La asunción profunda del amiguismo, del favor mutuo, del enchufe, del caciquismo, de seguir al que ostenta poder real porque al final siempre te arrojará una migaja que te compense no solo es cosa de la Cosa Nostra italiana, napolitana, calabresa, etc., está también hondamente afincada en la experiencia, en la gramática parda hispana. Aquí sólo se exigirá honestidad al político que quiera cambiar las cosas, al rojo. Para los caciques de siglos y siglos los españoles serviles – que afortunadamente no son todos, pero a veces son bastantes – ellos, los serviles, solo tienen sumisión, acatamiento y complicidad de lacayo.

No, el electorado suele ser todo menos inocente: no olvidemos que Hitler subió al poder por los votos del sufragio universal, y Berlusconi, y el peor Bush, y Aznar. Hay ominosas responsabilidades colectivas en un país en eterna cruzada. Da por igual asco y miedo.

1 comentario:

  1. Estoy muy de acuerdo en toda la extensión de tu artículo, Francisco. Los partidos políticos son un potingue muy atractivo para los trepas, medradores, listillos, avispados, tunantes, pícaros..., y un largo etcétera de esa gran fauna de vivales que intentan salir de su precariedad más o menos desahogada, de su relativa modestia económica, ... por la vía fácil y a toda mecha.

    Siempre me viene a la memoria el símil de la miel o del azúcar. Cuando se te han caído unos granitos de azúcar en el suelo de la cocina o del comedor, yo no sé cómo se las apañan pero a las pocas horas tienes una procesión de hormigas en la cocina o en el comedor.
    Ese es mi símil. El de los trepas que acuden a los partidos políticos como hormigas al olor de los granitos de azúcar que se puedan derramar.
    Pero, dentro de lo que cabe y según mi manera de entender, los partidos que tienen más derramas de azúcar, son los partidos de derechas. Los partidos de izquierda, derraman mucha menos azúcar por la sencilla razón de que en ellos, el azúcar no abunda.
    Pero, ¡claro!, la afiliación de los partidos de derechas está repleta de golosas hormiguitas que llevan ya mucho rato en la procesión al olor de los granitos de azúcar; por eso hay tanta competencia en la hilera de hormigas. Entonces, algunos, tengan sus adentros de derechas o de izquierdas (de izquierdas, me extraña mucho pues es tan difícil y sacrificado) se afilian a los partidos que se declaran oficialmente de izquierdas. A los partidos de la órbita socialdemócrata, muchísimo más que a los de la órbita comunista (con perdón).

    Una vez así afiliados los trepas, medradores, pícaros, avispados, tunantes..., y un largo etcétera de vivillos, no les es muy difícil llegar a los lugares altos de las listas electorales. Los humanos somos así. Estos estómagos ambiciosos e insaciables, dentro de cada partido, experimenta un empuje vertical y hacia arriba de los mismos kilopondios de la magnitud de los beneficios que esperan obtener en la política.

    Ya me estoy imaginando a esos honestos afiliados que haya en cada partido, allá lejos, en un rinconcito de la sede partidista, sin que se acerque a ellos un alma buena que les dé una palmada en el hombro y un empujoncito por debajo de los riñones, diciéndoles: «¡Anda, hombre! Date a conocer; postúlate para que te metan en la lista de las próximas elecciones; no seas tan modesto ni tan resignado; ¿no ves quiénes se pstulan?».

    Pero los honestos, decentes y auténticos que haya en cada partido, no están imbuidos de esa ley fundamental de la física-política que dice: «Todo afiliado que está dentro de un partido, experimenta un empuje vertical y hacia arriba de la misma magnitud que la que tienen los beneficios que espera obtener de su paso por el cargo político».
    De su paso por la política, del paso honesto y honrado por el periodo de mandato político, ese tipo de gente espera tener poco o ningún empuje. Por lo tanto, no suben; es más, ni se les descubre que están allí, agazapaditos en un rinconcito de la sede de su partido.
    Gentes más o menos inocentes y decentes como las que pudieran estar en cada partido, no se atreven a dar un empujito al afiliado honesto y discretito que no da señales de querer trepar a costa de lo que sea. Y lo que es peor, ni se atreven a zarandear la escalera de los trepas que ya se han encaramado a los peldaños de tan altas alturas.

    Por eso y por mucho más, hay que poner la lupa de 8 aumentos a todos los que intentan llegar y llegan a alcaldes de grandes poblaciones, a concejales de urbanismo, a presidentes de diputaciones, a diputados, a senadores...
    Y no hemos de dudar que hay por ahí muchos alcaldes y concejales y muchas personas dedicadas a tareas políticas, que si no les cuesta dinero de sus bolsillos (que los hay), por lo menos, salen como entraron: Con una mano delante y otra detrás.
    Esos ejemplares suelen dedicar escasos años a la función política. No se puede estar mucho tiempo haciendo esas tareas de esa manera.

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