martes, 23 de noviembre de 2010

Mecanismos de la evolución de los seres vivos I

Los seres vivos. La genética. La evolución. I

Pretendo poner en claro el conjunto de conocimientos a que he llegado sobre estas materias, que proceden de mis estudios y lecturas[1] de los descubrimientos que la Biología, la Bioquímica, la Genética han registrado de ciento cincuenta años a esta parte. El conjunto de conocimientos que comprenden la Biología molecular, la Bioquímica y la Genética, y los relativos a los principios y mecanismos de la Selección Natural permiten ya explicar de forma bastante completa y con un nivel de detalle muy notable el fenómeno del desarrollo de la Vida en este planeta: la Ciencia está muy cerca de cerrar una investigación llevada a cabo por generaciones de estudiosos a lo largo de muchos siglos, pero muy especialmente de los siglos XIX, XX y lo que va del XXI.

En relación con la generación y la evolución de los seres vivos destacan los siguientes principios generales:

1. A cada ser vivo le corresponde de manera unívoca un código genético.

2. En función del código genético (genotipo) contenido en el núcleo de una única célula germinal se genera el ser vivo completo (fenotipo) a lo largo de un proceso llamado embriogénesis, enteramente determinado y gobernado por aquel código, en interacción con el medio en que dicha generación tiene lugar.

3. El código genético, en su ambiente habitual (el interior de una célula), tiene la propiedad fundamental de replicarse (de producir copias de sí mismo).

4. La replicación del código genético se produce de manera determinista (mecánica) de acuerdo con la secuencia de los elementos que componen el código original, con la única ayuda aceleradora del proceso de una enzima – siempre la misma en todos los seres vivos: la ADN-polimerasa, neutra o “indiferente” ante el mensaje codificado, pero “responsable” de la fidelidad del “traspaso de información” durante todo el proceso de replicación.

5. Las réplicas del código genético así producidas son en su inmensa mayoría idénticas al original, mientras que, en una exigua minoría, se registran completamente al azar alguno o algunos errores en la copia. No obstante tanto las réplicas exactas como las inexactas se atienen a las características básicas de un código genético, y son tanto unas como otras códigos genéticos correctos, aunque diferentes.

6. La replicación del código genético – en tanto que el tal código es el precioso material que constituye el núcleo de las células – es la base de la división celular, tanto de las divisiones de células somáticas en la generación o regeneración de tejidos y órganos de un espécimen concreto (ver punto 2) como de las células germinales para los procesos de reproducción sexual del mismo espécimen.

7. Si nos referimos tan sólo y nada más a la replicación del código genético previa a la formación de las células germinales la replicación exacta garantiza la conservación de las características de cada especie de seres vivos; la replicación con errores de copia (mutaciones) es por el contrario la fuente única de variación de aquellas características, que, en determinadas circunstancias, da lugar a nuevas variedades, razas, especies, géneros, familias, etc. de seres vivos, diferentes de aquellos que les dieron origen.

8. Los seres vivos resultantes de la manifestación fenotípica de los códigos genéticos mutados se ven sometidos – como sucede con los demás – al filtro de las condiciones medioambientales, consideradas éstas en el sentido más amplio posible: climáticas, de obtención de alimento, de elusión de los peligros del universo de depredadores, de emparejamiento, procreación, viabilidad de las crías, etc. etc. Los mutantes inviables en las condiciones medioambientales del habitat en que fueron generados son eliminados de forma inmediata o diferida y su código genético mutado no pervive en el tiempo y desaparece. Algunos resultan no obstante viables y van constituyendo por mutaciones sucesivas nuevas variedades, razas, especies, géneros, etc. suficientemente adaptados al medio.

[CONTINUARÁ]

Madrid, martes, 23 de noviembre de 2010



[1] Debo hacer mención de los dos textos que más me han influido para este ensayo, dos textos que considero capitales en la literatura científica en los últimos cincuenta años: El azar y la necesidad – Jacques Monod, 1970 y Evolución – Richard Dawkins, 2009.

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