miércoles, 6 de febrero de 2013

Bárcenas supo con tres meses de antelación que la justicia había encontrado su cuenta en Suiza


Hablar o considerar acerca de la moralidad de los Estados es sin duda una tarea que ha de conducir en derecho a la frustración y la melancolía. Los Estados actúan al margen de cualquier norma moral en defensa de sus intereses generales o particulares. Sin embargo esta inmoralidad de Estado característica de los llamados "paraísos fiscales" por la cual se acoge dinero procedente de todo tipo de actividades delictivas sin hacer preguntas, se protege la "privacidad" de los canallas como si fuera el buen nombre de una casta doncella, se avisa a los malhechores cada vez que la Justicia de su país se interesa por ellos, se facilitan las maquinaciones de auténticos mafiosos para eludir el pago de sus crímenes, se dilatan las contestaciones a las legítimas encuestas de la Ley extranjera y se previene al delincuente de las demandas contra él en clara complicidad con el delito son más propias de un garito de Mr. Adelson o un saloon del Far West que de un Estado responsable, por mucho que a ese Estado le rente el respaldo a los criminales. Suiza, las Islas Vírgenes, etc. más que Estados me parecen a mí Corporaciones Mafiosas, por más que Welles se refiriera a ellas de manera candorosa en su parábola del Reloj de Cuco en "El Tercer Hombre". ¡Qué asco! Ven ustedes: ya me dejé llevar por la moralina y así me va, pero es que no lo puedo evitar: Bárcenas y Suiza, el PP y Suiza, Urdangarín y Suiza ... ¿Qué sería de la Corrupción sin Suiza?Casi lo mismo que lo que sería Suiza sin la Corrupción. Se quedarían en nada.

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