1) No haber puesto palos
en las ruedas de la justicia no es mérito, es el deber de una organización no
delictiva. Lo malo es que no sería la primera vez ni será la última que el PP
haya puesto no ya palos sino vigas a la Justicia: personación como ACUSACIÓN
PARTICULAR en la Gürtel, destrucción de discos duros de los ordenadores de
Bárcenas, acoso (y derribo, en su caso) de jueces incómodos (Garzón, Pedreira,
Silva, Gómez Bermúdez, Ruz), etc.
2) Un partido honesto no ha de esperar a que
otras instancias u organizaciones (Prensa, Sistema Judicial, Oposición)
descubran la corrupción que nace en sus filas; él mismo debe tener mecanismos
anticorrupción (auditoría específica, órganos de control permanente) internos
que lo impidan, sancionen y eliminen mucho antes de que el escándalo salte.
3)
Si esto no sucede así, lo más probable es que para ese partido la lucha contra
la corrupción no sea un valor importante o incluso que ese partido vea en la
corrupción una opción conveniente o incluso una opción sustancial, vital para
la propia perduración del partido. Claro que en este caso el partido no sería
un partido honesto o incluso sería un partido corrupto o incluso un partido
podrido en que ya daría lo mismo que hubiera una o muchas manzanas podridas
porque lo podrido y pudriente sería el propio cesto.
Al Sr. González Pons, que
siempre ha tenido mucha cara de manzana y al que últimamente algunas zonas se
le están poniendo de color marrón (por el tanino, claro), muy sr. mío.
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