La pederastia en la iglesia
católica no es esporádica u ocasional: es sistémica. Hay demasiados casos ya a
la vista de todos, en todo el mundo y a lo largo del tiempo, como para negarlo. Será el celibato, será el efecto llamada
de pederasta a pederasta, será lo que sea, pero lo cierto más allá de toda duda
es que es sistémico. Ellos sabrán qué hacen con su tinglado, la respuesta
hipócrita, la denegación cínica, el cambio de sitio a lo trilero de los
pederastas, para enfriar los asuntos, ya no sirve ni basta. Ellos sabrán.
Pero la sociedad tiene el deber
de proteger a las víctimas inocentes de esos monstruos y no esperar pasivamente
que la mafia clerical lo solucione. Más investigación policial y fiscal y menos
paños calientes con una institución podrida; nos lo exige una infancia
entregada por sus propios padres a esos canallas viciosos, sin nadie que los
defienda. BASTA YA.
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