La opinión, sea humorística o no, sea desagradable o no, debe ser contestada o contrastada con otra opinión, y mejor, si es posible, razonada, pero nunca debe ser objeto de una querella o una ley.
La libre expresión, siempre que la expresión no sea claramente injuriosa o insultante, debe ser defendida por todo demócrata.
"Odio lo que usted dice, pero daría mi vida por la libertad que le asiste para hacerlo", que dijo aquel demócrata sabio y consecuente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario