martes, 13 de abril de 2010

La condena del terrorismo como test de pureza democrática

A la izquierda abertzale se le impide de hecho la práctica política basándose sobre todo en "que no condenan el terrorismo de ETA". Se les exige una condena activa de ese terrorismo. Es discutible esa discriminación política, pero sea: aceptemos como hipótesis de trabajo ese procedimiento de "limpieza democrática".

Ahora bien ¿es ese el único terrorismo que ha habido en España? ¿es ni siquiera el más importante en víctimas o en efecto de terror real creado sobre el cuerpo social? Puestos a aceptar ese procedimiento de condena ¿cómo es que se nos escapa la mayor? ¿Por qué no se exige a todas las formaciones políticas, para ejercer de tales, una condena expresa del terror de Franco, aún tan presente como si viviera el dictador, y si no que se lo pregunten a Garzón o al propio Zapatero? ¿Cuantas decisiones no se toman pensando en la reacción de los intactos poderes fácticos?

Es obvio que muchas formaciones harían explícita esa condena sin forzamiento, pero ¿por qué no se prueba con el PP, o con Mayor Oreja, para quien aquel terror era una etapa de "extraordinaria placidez"? ¿hacemos una "porra" sobre el resultado, no todas se han de hacer sobre futbol?

Y si no se condena el mayor y más duradero régimen de terror efectivo que ha habido en España en tiempos modernos ¿qué legitimidad moral nos queda para excluir de la vida política a quienes no condenan otros terrorismos cruentos en efecto, pero comparativamente menores? Ese test de pureza democrática que consiste en condenar los terrorismos, ya de legitimidad endeble si no se matiza, si, además, no se ejecuta con caracter universal se termina conviertiendo en pura hipocresía, que terminará desacreditando a aquel sistema que lo aplique de manera tan parcial

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